LA DÉCADA PERDIDA


Hace más de diez años me llamó la atención un artículo que leí donde un prestigioso economista alertaba sobre las graves tensiones salariales que la entrada del euro provocaría en los países del sur de Europa. Entre ellos España. El profesor Jürgen B. Donges, unos de los cinco “sabios” que por aquel entonces asesoraban al Gobierno alemán, alertó en 1998 que el euro implicaría una total transparencia en precios y salarios en el mercado europeo y derivaría en una presión al alza de los salarios por parte de los sindicatos, sin tomar conciencia que en países como España la productividad era mucho menor. Donges afirmaba también que las tensiones al alza en los salarios perjudicarían gravemente la competitividad de toda la economía europea por la vía de apreciación real del euro con el consiguiente aumento del paro, especialmente en países como España donde, con la llegada del euro, la devaluación de la moneda ya no permitía recuperar la competitividad perdida.


Ha pasado una década desde que leí aquel artículo y no quiero hablar más de la crisis financiera que la originó, sino de la situación en que estábamos cuando nos pilló el toro: los costes laborales se dispararon, no solo por las presiones sindicales, sino por la euforia del boom económico a costa del ladrillo, la productividad ha caído un 15% más y ha llegado el momento de corregir una situación insostenible con o sin la peor crisis desde el 29. Como escribía César Molinas en La Vanguardia – DINERO – el pasado 29 de mayo, se trata de una década perdida. En lugar de rehacer nuestro sistema productivo hemos vivido un crecimiento artificial, independientemente de quien gobernase, basado en un PUF! absolutamente falso que solo la crisis financiera ha desinflado pero que tarde o temprano hubiera reventado. El estallido de la burbuja inmobiliaria no es el problema de fondo, sino otro síntoma de la enfermedad. El verdadero mal es que nuestra competitividad en 2007 era igual a la de 1992 pero sin poder devaluar la peseta. Por tanto para reducir costes solo nos queda el despido masivo … o crear otro modelo productivo.