La banca española y el Plan de Rescate


Además de los depósitos que captan, los bancos no pueden existir sin un gran mercado al por mayor, el mercado interbancario. Acuden a él tanto para prestar sus excedentes de capital como para recibir dinero de otros bancos. Esos excedentes se colocan a plazos dispares: a un día, siete, un mes, tres meses o doce meses y son tomados por otras entidades para poder conceder después hipotecas a veinte o treinta años. Pero, cómo pueden los bancos financiar hipotecas a veinte años mediante préstamos interbancarios a solo tres meses de plazo? Hasta hace unos meses se tenía la absoluta certeza de que pasados los 90 días, se renovaría sin problemas, y así durante los años que fuesen necesarios.

En agosto de 2007, el mercado interbancario se paralizó, desde Estados Unidos a Noruega y Hong Kong, pasando, como no, por España. Los balances de las entidades de medio mundo se habían intoxicado por los derivados crediticios cuyo origen estaba en las hipotecas “basura”, concedidas con absoluta alegría en Estados Unidos desde 2003, y comercializadas posteriormente en forma de complejos productos que prometían elevadas rentabilidades, por la quebrada banca de inversión americana.

Este año, las entidades financieras españolas han reducido a la mitad el flujo de crédito concedido a empresas y familias, respecto a 2007. Los créditos rápidos se han paralizado y la concesión de hipotecas ha caído drásticamente. Y todo ello, pese a que ya solo se financia el 60% del precio de compra la vivienda para cubrirse ante una posible caída de su valor. Asociaciones como el Gremio de Muebles de Barcelona o los fabricantes y distribuidores de automóviles, entre tantos otros, apuntan a la caída del crédito como una de las razones para explicar la caída de sus ventas.
En la financiación a pequeñas y medianas empresas y a particulares, el elemento que más pesa a bancos y cajas es el empeoramiento de las perspectivas económicas y el aumento de alrededor de un 90% de los impagados. Ante esta situación, los empresarios se lamentan de la trágica situación que cada vez más empresas están viviendo. En el tercer trimestre los concursos de acreedores se han más que triplicado respecto a 2007. Las empresas financian el circulante, el desfase entre los pagos a los proveedores y los cobros de los clientes, con pólizas de crédito. Pero ahora esas líneas no se renuevan, o no se amplían entrando en una dinámica difícil de soportar.

El Plan de Rescate aprobado en octubre, de manera coordinada por los gobiernos a ambos lados del Atlántico, consiste, a grandes rasgos, en la nacionalización parcial de los bancos en apuros y en la inyección masiva de dinero público para garantizar así los préstamos entre bancos. Se pretende reactivar así el mercado interbancario. Y eso ya se está produciendo, pero muy lentamente y sabiendo que no se va a volver a las alegrías del pasado. El Euríbor a un año, tipo más frecuente de referencia, ya está por debajo del 5% y se espera que cierre el año cerca del 4% desde su máximo 5,512%, lo que demuestra que los bancos, poco a poco, vuelven a prestarse dinero, aunque solo entre ellos.

Si las cosas fuesen bien, el Euríbor debería seguir bajando hasta situarse muy cerca del tipo oficial marcado por el Banco Central Europeo (BCE), fijado en el 3,25%. Pero para que se reduzca la diferencia Euríbor – tipo oficial BCE, es imprescindible que el mercado interbancario vuelva a dinamizarse. Los bancos deben volver a confiar los unos en los otros (y en España la Banca no está expuesta a los activos “tóxicos” americanos) así como aprovechar todas las garantías aportadas por las autoridades a través del Plan de Rescate.

Por el contrario, los datos negativos sobre la evolución de nuestra economía se suceden confirmando la profundidad de una crisis contra la cual el gobierno español no acaba de encontrar recetas eficaces. Más allá de medidas sociales como los avales a los desocupados para que dejen de pagar parte de la hipoteca o las bonificaciones a las empresas que contraten indefinidamente trabajadores con familiares a su cargo, ante semejante situación se plantean diversas cuestiones de difícil respuesta: qué garantías tienen empresarios y ciudadanos de a pie de que todo el dinero público facilitado al sistema financiero a través de la compra de activos (entre 30.000 y 50.000 millones de euros mediante subastas periódicas, en el caso del Plan de Rescate español), se va trasladar realmente a la economía productiva reabriendo la ventanilla del crédito en las miles de oficinas bancarias que inundan inútilmente nuestras calles? Son necesarias medidas que aseguren que esos fondos públicos no se van a utilizar en maquillar balances o en amortizar la importante deuda que aún tienen que devolver nuestros bancos, de aquí a final de año.

Frenar el imparable aumento del paro y el cierre de empresas depende, en gran medida, de la voluntad de bancos y cajas en abrir el grifo, pero sobretodo del Gobierno en adoptar las iniciativas necesarias para que los fondos traspasados a las entidades reviertan en la economía productiva.

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